sábado


Jesús, aquel Jueves Santo y hoy.

Lee, por favor, Mateo 26:17-47

¿Cómo te sentirías si supieras qué te va a suceder dentro cinco minutos?

No estoy pensando en los compromisos que tenés según tu agenda, sino que pienso en ese misterio que es tu vida; ¡Cómo funciona de manera maravillosa!. He escuchado decir que si supiéramos puntualmente lo que nos va a pasar, nos alteraríamos de tal manera que las consecuencias serían imprevisibles, pero seguramente nefastas.
El pasaje bíblico que nos guía contiene la vivencia de una persona que sabía perfectamente lo que le iba a pasar dentro de cinco minutos, diez minutos y aún varias horas en adelante...
Asombrosamente, en él la única "alteración" visible que tuvo, fue "más" AMOR.
Las consecuencias: NEFASTAS para el diablo y BENDITAS para vos y para mí.
Jueves, día importante para los judíos porque recordaban la ocasión en que Jehová los liberó, -a la manera que sólo Dios lo puede hacer-, de la esclavitud de tantos años a que los habían sometido los egipcios. Era una hermosa oportunidad para renovar la confianza en el Todopoderoso recordando aquel hecho.

Jesús y sus discípulos se disponen a conmemorar en conjunto esta maravilla del Señor de mostrada a sus ancestros realizando la ceremonia según el ritual establecido. Todo está listo... la mesa servida al estilo hebreo, en la que no faltan el pan sin levadura, el cáliz con vino, hierbas amargas y aroshet (simbolizando el barro de los adobes) que recordaban la esclavitud y su dolor; cordero asado según la prescripción del Señor (Exodo 12:4-5).
El tiempo pasaba... y Jesús sabía lo que le iba a pasar horas más tarde....
Sin embargo, muy serenamente, comparte la Cena de la Pascua judía con los suyos. Mientras comían hizo un anuncio extraño: expresó contundentemente que uno de ellos lo iba a traicionar ... Se llenaron de tristeza, no podían creer lo que escuchaban ... pero El sabía, por eso habló.
Para sorpresa de todos los presentes y contra toda costumbre, en esta solemne cena introduce modificaciones en el ritual: "Tomen y coman, éste es mi cuerpo... Tomen y beban, ésta es mi sangre derramada para perdón de los pecados" (Mateo 26:26 ss.); sonaron extrañas estas palabras a los suyos pero lo hicieron, porque el Maestro lo dijo ... Y estas modificaciones no fueron simples ocurrencias del momento, sino que fueron el anticipo de lo que iba a suceder en pocas horas más. Jesús dando su cuerpo y sangre para nuestro perdón, vida y salvación.

Estas palabras expresan la verdadera Pascua, el verdadero "pasar" de largo, que es el verdadero significado de la palabra pascua. El ángel en Egipto pasó, no entró, en los hogares donde se había pintado el marco de la puerta con la sangre del cordero; el verdadero "pasar de largo" por parte de Dios sobre nuestros pecados y reconciliarnos con El por medio de Jesús que se entregó a sí mismo a la muerte en la cruz por nuestros pecados y para nuestro perdón. Y aún más estas palabras nos llevan a mirar un hecho futuro, el encuentro final de los salvados con su Salvador (Apocalipsis 19:9). Cada vez que participamos de la Santa Cena estamos "celebrando" por anticipado el encuentro con el Señor, y esto nos llena de consuelo y esperanza. Consuelo porque Dios nos perdona, esperanza porque sabemos que nos dará todas las bendiciones que nos promete.

Después de celebrada esta pascua distinta, nueva, Jesús sale con los suyos hacia el monte de los Olivos a orar... ¡Qué oración profunda! ¿Te animarías a expresarla con tu corazón y labios? "Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad" (Mt. 26:42)
¡Qué maravillosos son los planes del Señor! ¡Gracias Jesús por ser tan amoroso! ¡Gracias por enseñarnos que aún sabiendo lo tremendo que ibas a tener que vivir, fuiste obediente al Padre, por misericordia para con nosotros!
Padre amado, que las vivencias de aquel primer "jueves santo" nos fortalezcan a nosotros, tus hijos, para entregar nuestra vida en servicio a Ti y al prójimo, para que muchos reciban la salvación que Tú tienes reservada para aquellos que confían en Jesús como Señor y Salvador.
Pastor Víctor Schlenker, José León Suárez (Bs. As.).


Jesús, aquel Viernes Santo y hoy.
"Es la hora de las tinieblas..." concluye Jesús cuando lo arrestan. Todavía era de noche pero el posterior amanecer era sólo ficticio.
Fue tomado prisionero por un grupo armado que esperó la natural defensa de su humanidad.
Creyeron dominarlo. Ignoraban que se entregaba pasivamente. Su oscuridad no les permitía ver que salió en defensa de algo más elevado, la voluntad del Padre.
Fue negado por sus amigos, cuyo temor que huye superó al amor que se juega. Descubrieron su propia noche, y se avergonzaron. Sólo le quedaba el Padre
Enceguecidos por la envidia, los principales de la corte suprema tomaron las nobles enseñanzas del Señor en un sentido literal, vaciadas de su verdadera dimensión espiritual para poder encontrar justificativos para matarlo: la cuestión del Templo y el arrogarse el derecho de Hijo de Dios. El objetivo era claro, pero los argumentos hacían agua por todas partes. Ellos lo sabían, y el silencio de Jesús lo confirmaba, para qué iba a gastar saliva.
La parte instructiva necesitaba orientar los argumentos para convencer al Prefecto (Pilato). La "perduellio" (delito grave de hostilidad) o el "crimen maiestatis..." (daño contra el prestigio de¡ pueblo romano), podían hacer que un peregrino (o sea no ciudadano romano) vaya a la cruz. El primer caso podía darse en la purificación del Templo, donde los romanos también tenían su espacio. La segunda situación pasaba por ser "El Rey de los judíos", posible foco sedicioso contra los intereses del imperio. El cartel que llevaban los condenados significaba la causa. "INRI" decía en latín.
La "patota", que se pone siempre del lado del aparente ganador, estaba lista para hacer leña del supuesto árbol caído. Fueron "guardianes del templo" que deshonraron su función, y contradiciéndola, lo querían destruir. Lo mismo fueron también soldados romanos (reclutados de pueblos lindantes con Israel, generalmente en conflicto con los judíos) quienes con saña se burlaron del "Rey de los judíos".
Los Reyes (Herodes y Pilato) se confabularon, amistad endeble, interesada, cuya única razón de ser es un enemigo común.
Las virtudes se tergiversaron:
Los acusadores no entraron al palacio para no volverse impuros pero gritaban de alma, sedientos de sadismo: "crucifixión".
El asesino es liberado (Barrabás) por aclamación del pueblo, el justo es condenado y lleva el patíbulo para ser colgado en él. Quién se imaginaba entonces que Barrabás simbolizaba a cada ser humano, que se salva porque Cristo se entrega.
Aunque Lucas en su Evangelio pareciera querer disculpar a Pilato, el tan elevado y ciego deber de la justicia se sacó la venda y se sometió al pedido de la masa, y se lavó "las manos" al no asumirlo.
Estas fueron formas en que Dios, el Padre, iba abandonando a su Hijo amado, porque estaba cargando sobre sí y en sí los pecados de todo el mundo. Se embarró por nosotros, y la santidad de Dios hace que el pecador se esfume como se esconde la oscuridad cuando la luz aparece. Él no tenía pecado, pero por nosotros se hizo pecado. El distanciamiento llegó hasta el punto extremo cuando Jesús grita "Eloi, Eloi, lama sabactani" ("Dios mío, Dios mío, por qué me abandonaste").
Ellos cantaron victoria, ¡qué sabían todos ellos de que las profecías se estaban cumpliendo en todos sus detalles!, y que eran meros instrumentos. Era la hora de las tinieblas.
Y la oscuridad del medio día era la tristeza de toda la creación al ver morir a su Creador.
Tinieblas que se repiten
Cristo se nos presenta hoy en el rostro de nuestro prójimo. Puede ser que abandono al amigo cuando las "papas queman", o disfruto hacer causa común con los que se burlan del débil, del fracasado. Inclino la balanza de mis criterios de acuerdo a cómo me presionan, o difamo a alguien porque le tengo envidia. Entonces soy como aquellos. "Y lo que hicieron a uno de estos... a mí me lo hicieron" dice Jesús.
En la noche también hay estrellas y las estrellas son soles, ... sólo que están lejos:
El marco de esta hora del dolor de Cristo es sin dudas "el amor de Cristo". Cuando estuve por escribir esta nota me avisan del inesperado fallecimiento de mi padre. El lugar donde muere es una naciente. La muerte de un allegado es dolor que desgarra, pero también vida que se renueva.
La luz es más grande que las tinieblas. El amor de Dios encarnado en Cristo fue el impulso de esta obra que es la más grande aventura de salvación conocida: Jesús lo dice con sus silencios, con su "paciente" sometimiento a la flagelación más humillante, en su exposición más vergonzosa (Cicerón y Flavio Josefo, coinciden en que es la forma más terrible y desgraciada de morir), y en sus palabras más difíciles: "Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen".
Cristo se nos presenta hoy en el rostro de nuestro prójimo. Puedo hacer como Simón de Cirene, y ponerme en acción para aliviar la cruz de alguien. Puedo hacer como María de Magdala, acompañando pasivamente el sufrimiento del prójimo, estando y orando. Puedo hacer como José de Arimatea, homenajeando a aquel que no se da cuenta que le estoy haciendo un bien y no puede darme las gracias. ...Así que Juan de Misiones, Pablo de Entre Ríos, Andrea de Buenos Aires, Luisa de La Pampa, Roberto de Chaco, Ricardo de Santa Fe, Natalia de Córdoba, ...Aquí tenemos ejemplos si pensamos homenajear a Jesús el próximo Viernes Santo. "Y lo que hicieron a uno de estos... a mí me lo hicieron" dice el Señor Jesús.
Pastor Digno Rosin, Córdoba (Cba.).


Jesús, en el lugar que más conviene (Juan 20.1-18).
Todo debía ocurrir como era la costumbre: ... descansar en el día de reposo, ... preparar y llevar especias aromáticas, ... ir temprano, lo más temprano posible, ... todo como de costumbre hasta que, llegando al lugar del sepulcro, esa costumbre terminó y la vida se modificó.
No salían de su asombro y convocaron, por descreimiento quizás, a otros para que se cercioraran y enterasen. Todavía no lo podían creer. El Maestro no estaba allí donde lo habían dejado. "¿Dónde está?", se preguntaron María Magdalena, Simón, Pedro y otros.... pensar que esa pregunta sigue vigente.
Mucha gente, muchas criaturas del Todopoderoso Dios, siguen pensando que debe ocurrir como de costumbre, ... que dejan al Maestro ..., y después de un descanso ... al buscarlo, sorprende el interrogante: "¿Dónde está?".
Tanto aquello como lo actual es bastante difícil de entender, pero de ello hemos de aprender. El "consumado es" tuvo aquí su culminación, su sello de victoria. La pregunta de los dos ángeles y del supuesto encargado del huerto fue más que pregunta, una enseñanza.
El Maestro lo había anticipado, hoy no puede estar en el sepulcro, en lugar quieto. ¡Está en el lugar que más conviene!. ¡Está vivo!. Este es el mensaje que en esta Pascua de Resurrección podés escuchar, vivir y transmitir. Aquel supuesto hortelano llamó a María por su nombre, y lo hizo porque estaba vivo, aquel supuesto hortelano (Jesús) se presentó y se identificó, así como hoy lo sigue haciendo, ... y ella lo reconoció. A partir de ese reconocimiento la costumbre aquella no podía mantenerse, desde entonces para María - ser humano como nosotros -las promesas comenzaron a tener cumplimiento y explicación. ¡El Maestro ya no es sólo Maestro sino Señor, Mesías, Cristo, Jesús,... Dios!
Eso no lo podía guardar y corriendo lo comunicó porque no había quedado sino seguido, y sigue: identificándose, dándose a conocer, llamándonos por nuestro nombre, sorprendiéndonos en la compañía que nos ofrece en la vida, sí, en la vida y por la vida.
La propuesta actual de Jesús es ésta: como El, así también nosotros estamos y permaneceremos en vida.
Qué tristeza nos da cuando enfrentamos a personas que "han dejado a Jesús ahí", todo lo que pierden, lo que les quedaría por disfrutar, lo que podrían lograr, lo que podrían llegar a vivir, si se dejasen guiar por esa misma vivencia que tuvo María en su momento, y que los hijos de Dios compartimos. Qué necesidad la nuestra de transmitirlo: busca a Jesús, quizás no está en el lugar donde lo dejaste. ¡Seguramente está allí donde más te conviene, déjate sorprender, corre, alégrate, vive!. Esa es nuestra certeza desde que conocemos y creemos que el Maestro resucitó. Estoy seguro que también en este año podemos desafiar a muchas de nuestras amistades sugiriéndoles que no sólo busquen sino que encuentren al Maestro donde más conviene.
Qué alegría la nuestra cuando podemos gozar del regalo que el Maestro nos brinda, la fe que nos concede para que podamos creer que así como El primero, nosotros también hemos de vivir permanentemente en Su comunión.
Por todo esto: gracias Dios y feliz vida, hermanos!
Pastor Rudolf Sexauer, Mar del Plata, (Bs.As.).

Artículos tomados de "El Nuevo Luterano", Abril del 2000.


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